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Martes, 31 Diciembre 2019 04:20

Tocar en público…

Escrito por Pilar Sarmiento
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Presentarse en público es un ejercicio que hace parte de la formación de un artista. Hay formas de mostrar el trabajo artístico de manera ”indirecta”, como lo hace un pintor, un escultor o un escritor. Pero en áreas como el teatro, el baile y la música esa exposición “en vivo y en directo” hace parte del oficio “per se”. No es algo eventual, sino la manera en que compartimos nuestra actividad, ya que incluso, si nunca salimos de la habitación en la que practicamos, en el caso de los músicos, hay por lo menos un profesor, un amigo, un familiar (incluso algún vecino) que nos escucha.

 
Por supuesto, y nos referimos a los instrumentistas en este artículo, lo ideal es salir de nuestro rincón sagrado de práctica y mostrar nuestro talento al mundo, pero para eso tenemos que desarrollar las habilidades necesarias para tocar frente a un auditorio, lo cual nos permitirá tener experiencias exitosas, aprender a confiar en nosotros mismos y aumentar nuestra autoestima, todo lo que a su vez nos llevará a seguir teniendo más experiencias positivas.
 
Sin embargo, la idea de enfrentar un público causa ansiedad y temor, por esto debemos saber que ésta es una habilidad que también se desarrolla, no aparece espontáneamente con la práctica, sino que hay que entrenarla. Ésta es, entre otras, una de las grandes ventajas del Método Suzuki, ya que además de que los padres acompañan a sus hijos en las clases, también los niños están tocando permanentemente frente a sus compañeros y los padres de éstos en las clases de grupo, así se les enseña desde el primer momento a manejarse frente a los asistentes a un concierto.
 
Pero podemos preguntarnos ¿qué aprendemos de las audiciones y los conciertos?, ¿para qué son importantes?, pues en realidad para muchas cosas: le dan un sentido a todas esas horas de estudio diarias, una razón, un “para qué”. Nos muestran el valor de compartir con otros las destrezas que vamos logrando y los avances que vamos teniendo. Nos permiten expresarnos, comunicarnos ante los demás mediante un instrumento. Nos obligan a enfrentar nuestros miedos al fracaso, al juicio externo y al ridículo. Y también nos muestran cómo van otras habilidades que debemos ir desarrollando con la práctica del instrumento: concentración, memoria, observación de los detalles, capacidad de seguir ante un tropiezo inesperado, expresividad, control emocional, tolerancia a la frustración, escucha activa, entre otros, incluyendo por supuesto la habilidad técnica que vamos adquiriendo con el entrenamiento.
 
Desafortunadamente, nunca tocamos ante un auditorio igual que como lo hacemos cuando estamos solos. Sin embargo, entre más pulida y más detallada es nuestra práctica, mejor preparación tendremos para nuestra ejecución en un escenario, y además podremos manejar mucho mejor la ansiedad que sentimos al tocar.
 
Así que el requisito esencial para mejorar nuestras actuaciones en público es ESTAR PREPARADO. Pero ¿en qué consiste esa preparación?
 
Lo primero es decidir QUÉ VAMOS A TOCAR. Si lo podemos hacer, busquemos repertorio que no sea del nivel técnico que apenas hemos alcanzado recientemente, sino de menor dificultad. Por supuesto, estamos aludiendo a las ocasiones en las que podemos tocar ante los amigos, la familia, en nuestra escuela de música, el colegio, etc., ya que cualquiera de estas situaciones es una buena oportunidad de mejorar nuestras habilidades frente a un auditorio, lo que no podremos hacer cuando tenemos, por ejemplo, un examen, en el cual estaremos mucho más estresados de lo habitual. Así que si tenemos oportunidad escojamos obras que nos parezcan mucho más sencillas que la última pieza que aprendimos. Esto nos dará muchas más probabilidades de realizar una buena ejecución, ya que si no sentimos que hemos tocado bien, es muy posible que no queramos volver a hacerlo, y que con cada presentación aumente nuestro nerviosismo e inseguridad.
 
En el Método Suzuki tenemos una gran ganancia, y es que siempre tenemos un REPERTORIO DE REPASO, esto significa que no dejamos de lado las piezas que hemos estudiado, sino que seguimos tocándolas, puliéndolas, jugamos con ellas y las aprovechamos para desarrollar otras habilidades musicales como el solfeo, concepto de tonalidad y modalidad, transporte, tocar con otros, entre muchas más. Así que aprovechemos todo este material ya aprendido para escoger nuestras interpretaciones, recordemos que nuestro auditorio viene a disfrutar de la música, no a evaluar el nivel de dificultad de lo que estamos haciendo. Lo importante es el resultado musical, no la cantidad de notas por minuto que somos capaces de tocar, recuerda que somos artistas, no atletas.
 
Teniendo una serie de temas que hemos tocado muchas veces y otros más recientes, es importante prepararse de la manera más cuidadosa y detallada posible, para lo cual nos servirá enormemente ESTUDIAR D-E-S-P-A-C-I-O, lo cual es de los aspectos en general más difíciles de lograr, principalmente para los alumnos más jóvenes. Esta práctica L-E-N-T-A debe hacerse de manera muy consciente: cada nota que tocamos es la correcta, sabemos exactamente cuál dedo va en cada una, entendemos las articulaciones, los matices, las repeticiones y cada cosa que ha escrito el compositor en la partitura. A la hora de enfrentarnos ante los espectadores estos elementos serán cruciales, ya que el nivel de alerta que generamos cuando estamos ansiosos nos hace mucho más proclives a las dudas, sobretodo si hemos sido negligentes al estudiar, y estos momentos de vacilación nos pueden llevar a equivocarnos con mucha facilidad. Tenemos que entender que en el escenario no hay ninguna pieza fácil de interpretar, así que no subestimes ningún tema por sencillo que te parezca, repásalos todos pausada y escrupulosamente.
 
Al momento de la presentación RESPIRA y CANTA LO QUE VAS A TOCAR MENTALMENTE, tómate unos segundos para asegurarte de que estás bien posicionado en tu instrumento y para preparar el inicio de cada una de las piezas. Recuerda que por el nivel de estrés que tienes en ese momento es posible que sientas el impulso de “salir de esto ya” y tocar demasiado rápido, o empezar en el lugar incorrecto del instrumento, así que date un tiempo antes de empezar a tocar y RESPIRA.   
 
Ahora bien, todo esto no significa que no podamos equivocarnos, somos humanos al fin y al cabo, así que si tenemos un tropiezo ¡HAY QUE SEGUIR! NO PARAR, NI VOLVER A EMPEZAR porque esto lo único que conseguirá es ponernos mucho más nerviosos. Tocar en público es una maravillosa oportunidad de aprendizaje, si cometes un error déjalo pasar, céntrate en lo que estás haciendo en el momento y ocúpate de terminar de la manera más bonita posible. No hay nada más incómodo para los oyentes que alguien que al final de tocar hace muecas y se lamenta.
 
Recuerda que SIEMPRE SE PUEDE MEJORAR, y esto te lo dirán todos los artistas, hasta los más consumados, así que date una gran felicitación cada vez que hayas tocado en un concierto, desde el más “familiar” hasta el más “serio” y recapitula sobre todas las cosas que esa experiencia te ha enseñado.
 
Ahora para terminar compartimos otra de nuestras visitas a la Fundación Santa Fé, un lugar que nos ha abierto sus puertas y al que vamos con nuestros alumnos a tocar con un
inmenso cariño y agradecimiento.   
 
Penelope Varela    https://youtu.be/18zK01YHyhg
Salomé Correa      https://youtu.be/bRaE2f0Y46Q
Pablo Moreno        https://youtu.be/F10mO8soaoo
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